Fuente: Redacción FUSIÓN/ Agencias Fecha: 4 de septiembre 2025, 16:18 PM
Mientras las religiones que hemos tenido hasta ahora están basadas en el miedo, el sometimiento, y en el seguimiento de dogmas rígidos, la religión del espíritu se caracteriza por su sencillez: sólo hay que escuchar la voz de esa chispa divina que nos habita, que somos.
El amor es la base de la religión del espíritu. Sin él no puede existir y, este amor, surge como consecuencia de tener la consciencia y el entendimiento de quiénes somos.
Imagina a esa persona cruel, vil e inhumana que te lastimó sin compasión ni piedad. Ahora desnúdala, deja que su recubrimiento de piel, carne y huesos se desintegre ante tus ojos.
Mírala. ¿Qué es lo que ves si quitamos eso?
Sólo queda la chispa divina del Padre que se manifiesta en esa criatura.
Ahora mírate a ti, y despójate también de tu vestimenta carnal. ¿Qué es lo que queda?
Exactamente lo mismo, porque nunca fueron cosas diferentes, distintas ni separadas. Siempre fueron uno y lo mismo.
Sólo de esa comprensión puede surgir el verdadero amor incondicional y el perdón hacia el prójimo, que somos: NOSOTROS MISMOS.
Jesús dijo: "Al Padre nunca nadie lo ha visto, excepto el hijo que viene del Padre"
¿Qué significa esta afirmación?
Que sólo el hijo, o sea, la creación del Padre, tiene la capacidad de verlo, en sí mismo, porque el Padre habita en ÉL, siendo ÉL.
Dios no sólo está en nuestro interior, sino también a nuestro alrededor, porque vivimos en su mente, siendo ÉL que se expresa a través de nosotros.
No hay nada que ocurra en su universo mental que ÉL no conozca. Dios llama a cada estrella por su nombre, y conoce los pensamientos más íntimos de todas sus criaturas.
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